Los lunes y viernes entre el 27 de abril y el 10 de septiembre de 2018, el Art House Zinema de BilbaoArte ofrece un ciclo de cine dedicado a Ingmar Bergman, en versión original subtitulada en castellano. A lo largo de 20 semanas se proyectarán algunas de las principales piezas del famoso director sueco comenzando con «Un verano con Mónica» y acabando con «Fanny y Alexander».
Esta iniciativa surge de la colaboración entre el Ayuntamiento de Pamplona y la Fundación BilbaoArte Fundazioa. Entrada libre hasta completar el aforo.
La soledad existencial
El 30 de julio de 2007, en la isla de Fårö (Suecia), a los 89, años desaparecía Ingmar Bergman. Se fue casi al mismo tiempo que Michelangelo Antonioni. El azar tiene esas extrañas bromas y en una jornada de verano, lejos ya del tiempo de Mónica, dos de los más importantes cineastas del siglo XX se pusieron de acuerdo para morir. Horas después, Carlos Fuentes diría aquello de “Es como si nos quedásemos repentinamente ciegos, sin dos de las luces que mejor iluminaron los caminos de nuestro tiempo”.
Ingmar nació el 14 de julio de 1918; es decir, ahora celebramos su centenario.
Cien años de Bergman cuya carrera cinematográfica empezó realmente cuando la segunda guerra mundial daba señales de que se acercaba a su final. Dirigió su primera película, Crisis, en 1945. Antes de eso, y por supuesto después y durante toda su vida, Bergman vivió por y para el teatro en su Suecia natal.
Una Suecia que hizo equilibrios de discutible ética y oscura moral asfixiada entre dos vecinos, Alemania al este y la URSS al oeste. Allí, Bergman, como el resto de sus conciudadanos, vivió desde un espacio distante el horror que significó el final de un tiempo y el advenimiento de la contemporaneidad. La dualidad marcó su existencia. Hijo de un estricto pastor luterano y de una persuasiva madre de origen valón, su biografía estuvo permanentemente marcada por “el silencio de Dios” y por la miseria de los hombres.
Los glóbulos de la fe y su ausencia llevaban siglos en el ADN de su sangre. Su tatarabuelo ya era pastor y se casó con una hija de pastor, como muchos años más tarde hizo el propio padre de Ingmar. Fue su infancia un tiempo de miedo y esperanza. Probablemente una buena ilustración del clima emocional que le vio crecer se encuentra en la película de Michael Haneke, La cinta blanca.
Allí, como en el entorno vital de la familia Bergman: “Los castigos eran algo completamente natural, algo que jamás se cuestionaba. A veces eran rápidos y sencillos como bofetadas y azotes en el trasero, pero también podían adoptar otras formas”. La figura paterna y la religión abrazaban la idea de culpa, pecado, castigo y perdón. La materna ejemplificaba el deseo de huir y la obligación de aguantar. Ambas le acompañaron de por vida porque la niñez, ese tiempo (in)feliz, nunca le dejó ir demasiado lejos. “Creo que todo lo que he hecho, cualquier cosa de valor, tiene sus raíces en mi infancia. Puedo, en menos de un segundo, volver directamente a ella”.
Puestos a continuar con ese proceso dialéctico, sus padres artísticos fueron August Strindberg y Victor Sjöström. Ambos condicionaron su personalidad, ambos estuvieron presentes en su trabajo. Un legado que, como siempre acontece con los nombres más grandes, todos parecen reconocer pero pocos conocen.
Este ciclo, que se extiende a lo largo de 19 semanas, contempla una inmersión a través de algunos de los textos fílmicos que más han influido al arte cinematográfico del siglo XX. Se trata de una invitación para recorrer, cuando se cumplen ya once años de su fallecimiento, esas películas enormes ante las que todos parecen guardar un gran recuerdo, sin saber discernir exactamente por qué. Para otros muchos, especialmente los más jóvenes, será su primera cita intensiva con la obra de uno de los autores que mejor reflejó la angustia existencial y la soledad del individuo. Es el suyo un exceso de lucidez en un tiempo de claroscuros. Pero sus películas, conjugando lo que decía Carlos Fuentes, no aportan la claridad de quien enciende una pequeña luz sino la ceguera de quienes iluminan demasiado, tanto lo que entendemos como real como lo que pertenece al reino de la fantasía y lo desconocido.
Ciclo de cine: Ingmar Bergman (Del 27 de abril al 10 de septiembre)
27 de abril / 30 de abril, 19:00
«Un verano con Mónica»
1953. 97′. Harriet Andersson, Lars Ekborg, John Harryson
“Harriet Andersson es uno de los genios cinematográficos. Uno sólo encuentra algunos raros ejemplares resplandecientes en los tortuosos caminos de la jungla cinematográfica.” – Ingmar Bergman
Esta película, que puso a Bergman en el punto de mira de la crítica francesa, tal vez no sea una de las más conocidas ni más representativas del director, pero sí de las más influyentes. Un verano con Mónica nos muestra la historia de Harry (Lars Ekborg) y Mónica (Harriet Andersson), dos jóvenes que huyen de sus frustrantes vidas para emprender un camino juntos; movidos por el amor y el éxtasis fugaz de un verano en el que todo es posible y, por lo tanto, quizás no todo salga como planeaban.
Pronto la gran presencia y sensualidad de Andersson se adueñan de la cámara. Parece existir una especie de acto amoroso en cada gesto, en cada movimiento, que se vuelven el epicentro del filme. El primer título importante en la carrera interpretativa de la actriz, Un verano con Mónica nos ofrece sin artificio alguno una oda amarga y descarnada al atardecer de la juventud.
4 de mayo / 7 de mayo, 19:00
«Noche de circo»
1953. 93′. Åke Grönberg, Harriet Andersson, Hasse Ekman
Inspirada en la filosofía nórdica, esta película es el resultado de una profunda reflexión acerca del deseo sexual, los remordimientos y la debilidad humana, aspectos que Ingmar Bergman iría convirtiendo en las señas de identidad de su obra.
Albert (Åke Grönberg) es el propietario de un pequeño circo venido a menos acuciado por problemas económicos. Tras haber abandonado a su esposa e hijos tiempo atrás, ahora convive con Anne (Harriet Andersson), una joven y voluptuosa amazona. Sin embargo, ese modo de vida ya no le satisface y busca el modo de regresar con su familia.
Una de las películas más amargas y desencantadas de Bergman, en la cual describe en un tono lúgubre y opresivo la fragilidad de las relaciones humanas en un relato de poderosa vertiente existencial.
11 de mayo / 14 de mayo, 19:00
«Sueños»
1955. 87′. Eva Dahlbeck, Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand
Aunque los dramas sentimentales son un tema frecuente en la filmografía de Bergman, el director sueco intenta que no queden en un simple muestrario de conflictos que los personajes han de superar, sino que éstos se nos aparezcan de carne y hueso, con hondura y profundidad. Con ese estilo austero y distante que lo caracteriza, Bergman nos muestra en cada mirada, en cada gesto, el profundo interior que esconde cada ser humano con inigualable maestría.
Así sucede con Sueños, dos cuentos breves y amargos unidos por un vínculo común: dos protagonistas que mantienen una relación profesional. Doris (Harriet Andersson) es una modelo muy joven y algo atolondrada; su jefa Susanne (Eva Dahlbeck), más madura, trata de aferrarse a una juventud que se le escapa. Para realizar un trabajo ambas deben viajar a otra ciudad, donde cada una vivirá su aventura personal hacia la nada.
18 de mayo / 21 de mayo, 19:00
«Sonrisas de una noche de verano»
1955. 109′. Eva Dahlbeck, Ulla Jacobsson, Harriet Andersson
Encantadora comedia de costumbres que reúne en una casa de campo a una serie de parejas, exparejas y parejas en ciernes, todas ellas participantes de un juego de amor durante un fin de semana del verano de 1900.
Finales del siglo XIX. En una pequeña ciudad de Suecia, Fredrik Egerman (Gunnar Björnstrand) es un abogado que vive un matrimonio platónico con Anne (Ulla Jacobsson), su virginal esposa. Henrik, hijo de un matrimonio anterior, persigue a Petra (Harriet Andersson), la doncella de la familia. Una actriz llamada Desirée (Eva Dahlbeck), antigua amante de Fredrik, está en la ciudad y él la visita. Ahora ella tiene un nuevo amante, el Conde Malcolm, casado con Charlotte. Todos están invitados a celebrar una fiesta durante un fin de semana en la propiedad de la madre de Desirée.
Bergman explora virtualmente todo el espectro del amor humano, desde la adoración de juventud hasta la benevolencia fraternal, desde la pasión neurótica y rencorosa a la indulgencia de los apetitos, desde el capricho infantil a la resignación de la vida adulta… Al principio de la película, los hombres tienen orgullo e ilusiones, pero, antes del fin de esta misteriosa noche de verano, serán las mujeres las que posean a los hombres.
El verano sueco es corto e intenso y Bergman responde a ese fenómeno, resaltando el modo en que la luz y el calor traen el abandono sexual y el amor febril antes de que el invierno vuelva a sumir a sus personajes en la introspección y la desilusión.
25 de mayo / 28 de mayo, 19:00
«El séptimo sello»
1957. 96′. Max von Sydow, Gunnar Björnstrand, Nils Poppe
El séptimo sello está considerado un clásico del cine universal y una de las mejores películas de todos los tiempos. Coronó a Bergman como un director de renombre a nivel internacional, mediante escenas que con el tiempo se han ido convirtiendo en iconos, debido a los numerosos homenajes, análisis y parodias que se han realizado de estas.
Basado en la Suecia medieval del sigo XIV, en tiempos de la Peste Negra, cuenta la historia de un caballero (Max von Sydow) atormentado por las dudas que vuelve a su castillo tras diez años de batalla inútil en las Cruzadas, donde la Muerte (Bengt Ekerot) aparece reclamándolo. Esperando obtener conocimientos antes de morir, el caballero reta a la Muerte a una partida de ajedrez. Mientras juegan, el caballero observa escenas de crueldad y sufrimiento que recuerdan a las torturas e injusticias sufridas por Alyosha según Iván Kamarazov. Si bien las imágenes y los presagios del film son medievales, el subtexto filosófico es moderno, existencial y a la par erótico, añadiéndole tensión e incluso una sensación de tormento.
El título hace referencia al pasaje del Apocalipsis que da comienzo a la película: “Y cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio en el cielo durante una media hora.”
1 de junio / 4 de junio, 19:00
«Fresas salvajes»
1957. 90′. Victor Sjöström, Bibi Andersson, Ingrid Thulin
Fresas salvajes gira en torno a una eminencia en el campo de la medicina, el profesor Isak Borg, interpretado por Victor Sjöström, al que le conceden el título de doctor honoris causa por su jubilación. En el camino hacia la conmemoración, los sueños, la metafísica y filosofía se irán entremezclando en la trama mientras diferentes encuentros con personas, tanto allegadas a él como no, irán dando significado a su existencia a través de bellas imágenes y sentimientos muy profundos.
Está considerada como una de las cintas más emocionales y optimistas del director sueco, que trata temas tan humanos como la soledad, la vida, la muerte, el sentido de la vida, las relaciones humanas, el amor o el perdón.
Destaca la interpretación del actor, guionista y también director sueco Victor Sjöström que de una manera tan delicada y profunda nos cuenta la historia de Isak. En palabras de Bergman: “Victor Sjöström me había arrebatado mi texto y lo había convertido en algo de su propiedad, había aportado sus experiencias: su propio sufrimiento, misantropía, marginación, brutalidad, tristeza, miedo, aspereza, aburrimiento. Había ocupado mi alma en forma de mi padre e hizo de todo mi propiedad.” Fresas salvajes fue la última película en la que participó Sjöström, quien murió tres años después, en 1960.
8 de junio / 11 de junio, 19:00
«El rostro»
1958. 102′. Max von Sydow, Ingrid Thulin, Gunnar Björnstrand
El rostro nos cuenta la historia de un misterioso mago llamado Emanuel Vogler (Max von Sydow), de viaje con su pequeña compañía teatral por la Suecia de mediados del siglo XIX. Cuando llegan a una pequeña población, los poderes fácticos de la localidad querrán poner a prueba las presuntas habilidades del mentalista y organizarán un experimento público.
Esta trama de estructura teatral y atmósfera tenebrosa, que recuerda al expresionismo alemán, lleva al director a reflexionar sobre temas habituales en su obra, como el dilema de la apariencia, la verdad o la muerte. Al mismo tiempo se establecen en el argumento las confrontaciones entre la razón y la ciencia, entre lo explicable y lo inexplicable, entre lo visible y lo invisible; posturas contrapuestas que se ejemplarizan en los personajes del Dr. Vergerus y el Dr. Vogler, respectivamente.
Una de las películas de Bergman menos reivindicadas por la crítica que, sin embargo, el sabio manejo de la puesta en escena y la excelente labor de todo el reparto convierten en un notable trabajo dentro de la extensa filmografía del maestro sueco.
15 de junio / 18 de junio, 19:00
«El manantial de la doncella»
1960. 88′. Max von Sydow, Birgitta Valberg, Gunnel Lindblom
Siglo XII. Herr Tore (Max Von Sydow) y Mareta Tore (Brigitta Valberg) forman un piadoso matrimonio que ha enviado a Karin (Brigitta Pettersson), su inmaculada hija, a llevar velas a la virgen. En su camino, la joven atraviesa un bosque donde se encuentra con tres pastores de aviesas intenciones.
Ingmar Bergman, con la colaboración en el guión de Ulla Isaksson, adoptó en este film un poema medieval sueco, articulando la trama con base en una serie de contrastes al ubicar la historia de venganza y pérdida de inocencia en la unión cercana entre el bien y el mal, la perversión y la pureza, la candidez de una vida de ensueño y la cruda realidad.
El manantial de la doncella es un film con grandes interpretaciones, como es costumbre en los títulos de Bergman, ganadora del Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
22 de junio / 25 de junio, 19:00
«Como en un espejo»
1961. 91′. Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Max von Sydow
Karin, su marido Martin, su padre y su hermano pequeño pasan las vacaciones en una isla. David, el padre, es un escritor viudo que desde que murió su esposa se ha ocupado más de su carrera que de sus hijos. Los deberes han recaído en Karin, que dejó atrás un ligero trastorno mental y se casó con Martin, uno de los médicos del sanatorio. Durante las vacaciones, la enfermedad mental de Karin regresa. Esta le confía la situación a su hermano pequeño, explicándole que se siente irresistiblemente atraída por una voz que la llama insistentemente a través de una pared del desván.
Bergman nos enfrenta al abismo del vacío existencial con este excepcional y desasosegante drama en el que trata de profundizar en la necesidad del individuo de tener certezas espirituales para no caer al pozo de un mundo grotesco y sin sentido.
El título se enlaza con un fragmento de una carta de San Pablo a los Corintios: “Pues ahora vemos de un modo oscuro, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco sólo de modo fragmentario; pero luego conoceré así como soy conocido.”
La cinta, la primera que Bergman rodó en la isla sueca de Fårö, ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa.
29 de junio / 2 de julio, 19:00
«El silencio»
1963. 96′. Ingrid Thulin, Gunnel Lindblom, Jörgen Lindström