BilbaoArte inaugura la exposición ‘Nadie puede compartir el sabor de la menta. Colección BilbaoArte Bilduma’ en URIBITARTE40

Título: Nadie puede compartir el sabor de la menta. Colección BilbaoArte Bilduma
Artistas: Maider Aldasoro, Miguel Alejos, Gorka Eizagirre, Usoa Fullaondo, José Jurado, Martí Madaula, Sofía Montenegro, Milena Rossignoli, Ander Pérez Puelles.
Comisarios: Íñigo Villafranca Apesteguia, Lorenzo Galgó
Imagen gráfica y diseño expositivo: Mikel Ruiz Pejenaute, Daniel Llaría
Lugar: Sala URIBITARTE40 (Paseo de Uribitarte, 40. 48009 Bilbao).
Fechas: 22 de noviembre, 2024 – 2 de febrero, 2025
Inauguración: viernes 22 de noviembre, 19:00 h.

  • Concebida específicamente para la sala, es la primera exposición sobre la Colección BilbaoArte producida en el marco de una convocatoria de comisariado.
  • El proyecto se completa con varias visitas guiadas en euskera y castellano adaptadas a lengua de signos y el ‘Programa Menta’, constituido por un concierto-performance, un programa experimental de mediación, una presentación del libro editado con motivo del proyecto y una intervención performativa.
  • La exposición será visitable de manera gratuita entre el 22 de noviembre de 2024 y el 2 de febrero de 2025.

Imagen de cartel de la exposición Nadie puede compartir el sabor de la menta. Colección BilbaoArte Bilduma. Mikel Pejenaute.

(Bilbao, 22  de noviembre  de 2024).- El centro de producción artística del Ayuntamiento de Bilbao, BilbaoArte, presenta hoy una nueva exposición en la Sala URIBITARTE40: Nadie puede compartir el sabor de la menta, Colección BilbaoArte. Firmada por los comisarios Iñigo Villafranca Apesteguia y Lorenzo Galgó, ganadores de la convocatoria de comisariado, reúne un total de nueve obras de artistas de la Colección BilbaoArte: Maider Aldasoro (escultura), Miguel Alejos (vídeo), Gorka Eizagirre (escultura), Usoa Fullaondo (escultura), José Jurado (fotografía), Martí Madaula (instalación), Sofía Montenegro (instalación audiovisual), Milena Rossignoli (escultura) y Ander Pérez Puelles (vídeo). La atmósfera final de la muestra la complementan el diseño gráfico de Mikel Ruiz Pejenaute y el diseño expositivo de Daniel Llaría.

El proyecto expositivo se completa con un programa de visitas guiadas en euskera y castellano, adaptadas a LSE (Lengua de Signos Española), y el Programa Menta, constituido por un Concierto-performance de Puttaneska (de momento) el 13 de diciembre; un Programa experimental de mediación a cargo de Jara Roset, una Presentación del libro editado con motivo del proyecto y una Intervención performativa de Leire Lacunza a lo largo de enero de 2025.

Nadie puede compartir el sabor de la menta es la primera exposición sobre la Colección BilbaoArte producida en el marco de una convocatoria de comisariado con la voluntad de dar visibilidad a los y las artistas presentes en la misma, y ofrecer nuevas lecturas e interpretaciones sobre el imaginario que las obras y los artistas ofrecen en su conjunto. La iniciativa persigue en igual grado la creación una línea de apoyo a los y las profesionales del sector artístico y cultural para el desarrollo de proyectos curatoriales.

NADIE PUEDE COMPARTIR EL SABOR DE LA MENTA

Iñigo Villafranca Apesteguia y Lorenzo Galgó, comisarios seleccionados de esta primera edición, presentan un proyecto expositivo que aborda la complejidad de una colección de arte contemporáneo desde la problemática del nombre y su operatividad como herramienta. Nombrar permite estipular una narrativa estable y una imagen de control sobre los materiales que conforman ese conjunto.

Para ilustrar dicha problemática, la propuesta recurre a la descripción de la menta: una planta aromática, perenne, de tallo fino y erecto, que alcanza los 60 cm de altura y cuyas hojas desprenden un olor particular. La menta es un sabor que cualquiera identifica como fresco y dulce, que produce una sensación de hormigueo en la boca. William Shakespeare, en Romeo y Julieta (1594), también planteó la problemática del nombre al escribir: “lo que llamamos rosa, por cualquier otro nombre olería igual”.

Empleamos el nombre no solo para poder hablar de las cosas, sino también para ejercer un control sobre aquello que necesitamos nombrar. Las palabras generan formas de adhesión con las cualidades de los materiales que designan; en algunas ocasiones las acompañan y, en otras, las niegan, superponen o velan. Si me pregunto ¿a qué se parece la menta? acabaré en un vacío que dirá aquello que la menta ya es: menta. Está claro, no nos sirve cualquier verde para definir el verde “menta”, ni podemos referirnos a su olor sin reconocerlo por sus cualidades propias, por ser “mentolado”. Entonces, ¿cómo compartir las cualidades de la menta sin afectar la manera que nos relacionamos con su ser?, ¿acaso no referir a su nombre nos permitiría degustarla con mayor intensidad?, ¿hace éste nombrar las cosas que prestemos menos atención a sus cualidades específicas?

Cuando nos relacionamos con los materiales que conforman una colección heterogénea como la de BilbaoArte, no podemos discernir temáticas o enfoques. Por el contrario, fijamos la atención en la información escrita sobre los trabajos que reúne; su dimensión, técnica, nombre, autor y fecha de producción. Nadie puede compartir el sabor de la menta entiende la interpretación y la traducción como un acto siempre político en cuanto a lo que oculta y lo que revela.

Nombrar implica participar en una relación de visibilidad determinada. No nos relacionamos de la misma manera con un banco que con una escultura. Al configurarse una colección, las palabras son útiles porque generan taxonomías estancas y un orden para su identificación. Sin embargo, durante las fases de producción y disfrute de lo artístico, esta misma estrategia genera cierta inmovilidad. Nadie puede compartir el sabor de la menta porque es su frescura, es ese color verde claro casi blanco o esa sensación de hormigueo en la boca, lo que ocurre y no otra cosa.

Esta exposición reúne una variedad de formas en que pensar cómo nos relacionamos con los procesos artísticos y con el mundo a través del nombre. La primera aproximación a una exposición tiende a ser en este lugar, en este texto, aquí. Habiendo advertido la peligrosidad de escribir sobre las cosas, nos disponemos precisamente a hacerlo:

Posibilidad-Mundo

Una serie de canicas blancas se distribuyen sobre la superficie algodonada de un papel. Martí Madaula llega a First and last sentence (2020) durante la redacción de su ensayo Cómo conquistar el espacio (2020) llevado por el deseo de introducir el juego y lo aleatorio en el proceso de escritura. Estas dos variables, la aleatoriedad y el juego, también están presentes en el tratamiento de la imagen que hace Ander Pérez Puelles en Trebedé (2020). Ander piensa y graba la imagen que se genera durante el giro de la cámara de vídeo. Ambas estrategias, escribir palabras en canicas y atar una cámara a un palo, disfrutan de observar cómo el gesto es el que dirige la posibilidad de generar sentido.

Realidad-Mundo

En esta línea de interpretación enmarcamos trabajos donde se produce una desjerarquización entre el gesto cotidiano y el artístico. Nos referimos al vídeo X-5-75 (2021) de Miguel Alejos, en el que el artista manipula y juega con una esclava que lleva grabada su propio nombre. También a la escucha profunda de un paseo que nos ofrece Ya ha salido el sol (2022) de Sofía Montenegro, o las fotografías de José Jurado, No somos ni de aquí ni de allí (2015), donde el título anticipa el relato de un viaje en imágenes desde Extremadura hasta Euskadi. Estos gestos no pretenden generar una realidad sino hacer presente un aspecto específico de la misma.

Especulación-mundo

Esta forma de relación apunta al deseo de que la realidad cobre una forma diferente. Una maqueta o el diseño de un hipotético suelo en los trabajos Sin título (2004), de Usoa Fullaondo, y Suelos (2019), de Milena Rossignoli, abre camino a pensar en otras formas que podría tomar el mundo. Es fruto de la especulación querer sentir el suelo blando como esponja y rígido como cemento; o el deseo de sentir cómo sería andar por espacios llenos de texturas y colores, donde las paredes son de papel y están sujetas por alfileres.

Mundo-mundo

Aquí hablamos de objetos que no tienen por qué ser exclusivamente leídos como artísticos. Los trabajos de Maider Aldasoro y Gorka Eizagirre nos aproximan a la materialización de muebles desde una visión estética determinada. Una delicadeza en el diseño de aquello con lo que vivimos. Flor (2022), de Maider Aldasoro, es un banco de seda en el que no te puedes sentar. Sin título (2000), de Gorka Eizagirre, es una escultura y un banco de hierro que durante años ha descansado en el recibidor de BilbaoArte proporcionando asiento.

FOTOS DE SALA

PIEZAS EN EXPOSICIÓN