Los tiempos en arO
En la novela satírica Flatland: A Romance of Many Dimensions, escrita por Edwin Abbott Abbott en 1884, se presenta un mundo de dos dimensiones habitado por figuras geométricas y profundamente estratificado, donde las mujeres y las clases populares son sistemáticamente discriminadas. La escala social y de género viene marcada por los lados de cada figura (por ejemplo un sujeto hexágono está por encima de un cuadrado y así sucesivamente hasta llegar a la posición más alta, la del círculO) y el ascenso social se logra aumentando dichos lados mediante la descendencia (los hijos siempre tienen un lado más que sus padres), es decir, mediante la repetición y la multiplicación. Esta sociedad entra en crisis al entrar en contacto con la existencia de otras dimensiones volumétricas, lo que suponía una crítica a la rígida y encorsetada sociedad victoriana de la época del autor. El término encorsetado hace referencia al corset, una prenda muy utilizada durante la etapa victoriana que restringía la autonomía corporal de las mujeres. El corset condensa las tres dimensiones referidas en el libro de Abbott y que constituyen la base de la geometría: línea, plano y volumen. La línea vendría dada por “ballenas”, varillas y aros, estructuras que servían para dar rigidez a la tela que hace las veces de plano, envolviendo el volumen del cuerpo.
Treinta años más tarde de Flatland y ya concluida la época victoriana con sus corsets imposibles, el psicólogo danés Edgar Rubin publicaría Figuras táctiles donde se pondría de manifiesto la tensión entre fondo y figura, positivo y negativo, visión y cognición a través de ilusiones ópticas como su copa homónima, aquella que representa a la vez una copa y dos caras. Tensión que guarda mucha relación con el límite entre plano y volumen y cómo al desdibujarse la jerarquía entre el fondo (plano) y la figura (volumen) también se pone en cuestión la forma en la que vemos e interpretamos lo visto. En ese espacio liminal pueden surgir, parafraseando a Rubin, figuras táctiles que desafien el conocimiento, la razón y la dictadura del sentido de la vista. La superficie sale del plano para ser acariciada, el movimiento y la repetición son indicios de volumen, la revolución de la forma puede convertirse en nuestra propia liberación.
Partiendo de estas premisas me pregunto cómo llevar formas planas, siluetas, al espacio tridimensional mediante gestos mínimos, lo más sencillos posibles, y cómo transformar esto en una metodología de trabajo para encarar el proceso plástico. Me interesan especialmente las formas esquemáticas que nacen del cuerpo humano y animal o de objetos domésticos y arquitectónicos que pueblan a menudo las ilusiones ópticas (pies, manos, rostros, copas, jarrones, tableros, molduras, cornisas, prendas de vestir, etc.) y cómo mutan al adquirir volumen. Durante el período de residencia en Fundación Bilbaoarte experimentaré con diferentes movimientos de giro y desplazamiento de la forma que implican un posible paso del plano al volumen. Estos movimientos son la extrusión, la rotación, la traslación o revolución, la sección, el recorte, el doblez, la curvatura, la superposición y la repetición. A nivel material, utilizaré materiales que tengan propiedades dúctiles como la madera o el metal, investigando diferentes técnicas para generar volumen con ellos. También aprenderé técnicas como patronaje, costura y confección de corsets de manera autodidacta (con tutoriales de YouTube) o en talleres relacionados con artesanos y/o artistas que puedan surgir durante la residencia. Con respecto a las imágenes, trabajaré con formas simples antropomórficas y arquitectónicas como la Copa de Rubin o las molduras. Elementos que tengan un carácter sígnico y figurativo más allá de la geometría, pero sin profusión de detalles ni excesivas connotaciones, permitiendo un anclaje al mundo, un vínculo con el cuerpo, establecido desde una cierta distancia.
En definitiva, Los tiempos en arO es un proceso de investigación plástica en la que diversas imágenes y cuerpos planos irán tomando forma y construyendo una instalación donde convivir como “figuras táctiles” a caballo entre dimensiones. Un espacio-tiempo limítrofe donde el dibujo se hace escultura, los contornos piden ser palpados y las siluetas se multiplican y echan a andar.