LUGAR COMÚN, LUGAR EXTRAÑO. Exposición de Leandro Feal.

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Lugar común, lugar extraño. 

La fotografía de Leandro Feal en el  Patio de cristal de Bilbao Arte

 

Conferencia e inauguración el  día 7 de Julio de  2015

19:30. Iconocracia. Gestión y digestión de una mitología. Santiago Eraso e Iván de la Nuez. Presentación de la obra de Leandro Feal.

Art House Zinema.

Entrada libre hasta completar el aforo.

 

A continuación pasaremos al patio de cristal para inaugurar la exposición.

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Lugar común, lugar extraño:

Notas sobre la fotografía de Leandro Feal

Por Michel Mendoza

Habría que retomar a Jacques Rancière y a su bella definición de fotografía-esa“escritura de la luz, entrada de toda vida en la luz común de una escritura de lo memorable”-,1 para mejor advertir por qué de estas fotos de Leandro Feal emerge en gestos anodinos, casi distraídamente, la frágil alteridad de lo expulsado.2 Habría que hacerlo además porque no en vano los ensayos visuales de este artista suelen situarse en oscuros cuartos de alquiler, en interiores de bares, en fiestas de los suburbios, en espacios en que la flotante identidad moviliza todas las formas de aceptaciones furtivas; espacios en el que la fotografía puede constituir un modo de actuar sobre el cuerpo propio o ajeno, y devenir, acaso, una especie de elegía erótica, nunca una épica.3

Y es que lo que cuenta en verdad para el conjunto de estas instantáneas son esos instantes éticos de la soledad o el goce, esos momentos en que descubrimos como el placer relumbra en el rostro de une passante, o creemos hallar en ciertos retratos de grupo –más allá de la discusión en torno a la viabilidad del hedonismo como forma de insubordinación civil– una formulación absolutamente contemporánea (y brillante) del taedium vitae.

A mi modo de ver estas fotos son ya parte de las nuevas iconografías del nomadismo y la extraterritorialidad, sobre todo porque en esa exploración de las interacciones sociales –sea en Berlín, Barcelona, La Habana, Madrid–, la obra de Leandro Feal Bonachea induce una lectura en torno a esas “poblaciones flotantes” que acentúa la sutil omnipresencia de los desplazamientos, el reemplazo continuo de unos límites identitarios y culturales donde la violencia y el goce de la cotidiano constituyen el sismógrafo de los nuevos archivos geopolíticos.

De hecho, bastaría echar una mirada a las imágenes de esos seres y objetos flotantes en el territorio apenas conocido que es la llamada contemporaneidad, para comprender que estas fotografías lo son también del “espectro de la historia”; pertenecen a un tiempo en que, tanto como los grandes, importan los pequeños desplazamientos cotidianos, los cruces de línea, las manifestaciones minimalistas, casi imperceptibles, de la geopolítica. Un tiempo donde vivir, si atendemos al Georges Perec de “Especes d’espaces”, sigue siendo pasar de un espacio a otro intentando golpearse lo menos posible.

1 Rancière, Jacques: Figuras de la Historia, Editorial Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2013, pág. 22

1 Sin embargo, si los sujetos retratados por Feal exhiben casi siempre el goce de participar de un juego, es porque esas reuniones el artista no se coloca en el lugar del testigo, sino del participante. Lejos de ese vulgar terrorismo de la intimidad ejercido por los paparazzis -ejercicio cuyo único valor parece ser la exhibición escandalosa de un crimen ajeno-, en los retratos de Feal nunca encontraremos esa obscena ostentación maquinal de la fatalidad, o el desarraigo.

3 En este sentido, el parentesco de los trabajos de Leandro Feal con cierta zona de la obra de José A. Figueroa (Me refiero al Figueroa de piezas como Rafael Savín y Diana Fernández, 1965; y Navarro y Diana en la piscina del Riviera, 1966), suele ser, en verdad, notable.

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