Las plantas ruderales somos las plantas que crecen entre los escombros. Habitantes de los bordes de los caminos, de los campos abandonados y de las ruinas. Malas hierbas. Supervivientes de la destrucción del sistema, temporales, pequeñas, ágiles para ir y venir, creando mucho y rápido, sin invitación y obstinadas. Aprendemos a florecer en un mundo dañado, a crecer entre las grietas del cemento. No nos ajustamos bien en las hileras del huerto, no tenemos ningún valor económico. Ni siquiera somos de aquí, las vicisitudes de la historia humana nos han traído a esta tierra en este tiempo. Pero quizás, en lo más profundo de nuestra raíz y en el verde de nuestras hojas, yace una olvidada virtud de capacidad curativa.
Rudera es un marco de trabajo abierto, colaborativo y transdisciplinario, con una perspectiva feminista y ecologista sobre la crisis ecosocial. Nuestra práctica consiste en intervenciones en espacios en ruinas, acciones site specific y sesiones en vivo de material sonoro y de vídeo.
Anat Moss (Jerusalén, 1990). Trabaja con el concepto de electropaganismo, una espiritualidad especulativa que confronta la necesidad de un profundo cambio de conciencia de nuestra sociedad patriarcal y capitalista. El trabajo actual surge de la idea del Templo Ruderal: el espacio como generador de energía, explorando las plantas medicinales y la espiritualidad de la Madre Tierra como medios para la sanación y la liberación.
Jara Roset (1998). Trabaja en la construcción de imagen, en un sentido amplio, su materialidad y su capacidad para que actúe como dispositivo abierto. Su práctica ha tenido lugar en diferentes territorios como cuevas y montes de Vizcaya y consiste en un sistema de vivencia-registro-traducción-diálogo que se retroalimenta para generar otras formas.