Grieta parte del concepto de la metamorfosis, entendiendo la piel como el primer elemento susceptible de cambios, como una evidencia del acontecer del tiempo. «La piel que nos envuelve es la vía más profunda y directa de intercambio persona, placeres y dolores arrancan y se expresan a su través». «Nuestra piel es espejo para los demás y delatadora de nuestros estados afectivos.» (citas extraídas del libro «La piel como frontera, tocar, sentir ser». Cristina Álvarez Reinares). La metamorfosis evoca la imagen de la crisálida, que envuelve con delicadeza los cambios que se producen en su interior, y a su vez protege nuestra esencia de miradas indiscretas. Los cambios son un proceso natural e inexorable pero cómo los gestionemos depende absolutamente de nosotros mismos. Podemos ocultarlos tras un muro de ficciones, perdernos en un vacío de olvidos y de frustraciones o mostrar aquello que solo la esencia conoce, un orbe de emociones que desde el interior invade el espacio más cercano.
Nace así la idea de trabajar lo visible desde lo invisible, que no inverosímil. La piel es el primer contacto con el que la mirada se encuentra; tras ella un escudo pétreo, las costillas, abraza con mimo un alma y los sentimientos surgen a flor de piel. Para materializar todo lo descrito se utilizará el grabado, dibujando sobre las matrices de cobre empleando una punta seca, como quien araña una piel dejando su huella.
Maria Rubio Tortosa es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante). Su obra ha sido expuesta en Milán, Valencia, Benidorm… tanto en exposiciones colectivas como en individuales. Además de haber recibido cursos en Milán de Diseño de Joyas, Grabado Calcográfico Experimental y Técnicas y Tecnologías del papel.