La traducción, lleva un texto de una lengua a otra, pero esta operación no es una traslación sino más bien una transformación. No hay un traspaso lineal, sino que en el propio ejercicio de traducción se produce un salto, se cruza el abismo que existe entre las lenguas. En la traducción no se busca un traslado exacto del significado, sino una transmisión de la resonancia específica de una lengua a la resonancia propia de otra. En último término, ninguna lengua dice “lo mismo” que la otra; tampoco hay un lenguaje originario que le sirva de horizonte a la traducción. El registro formal y sensible de cada lengua es único, y en la traducción se desencadena un reparto de sentidos en el que muchos matices se pierden, mientras que otros se transforman, coinciden, o ganan significado.
Como si se tratara de un fragmento de significado que se traduce a diferentes lenguas, traducir una misma pieza, una misma imagen, a todos los lenguajes artísticos posibles: dibujo, pintura, grabado, collage, cerámica, textil, madera, serigrafía, acuarela, escultura… Trasladar este juego entre lenguas que surge en la traducción a los lenguajes visuales y artísticos.
Son las propias operaciones sensibles y formales las que crean las lenguas así como los lenguajes artísticos. Este proyecto busca mostrar que la materialidad, la técnica y su registro muestran la imagen de otra manera y exponen que no hay algo así como un sentido o una representación originaria.
Manuela Inclán (Burgos, 1993). Grado en Filosofía en UCM (2016) especialización en estética, arte y filosofía de la cultura. Máster en Arquitectura Efímera, Escénica e Instalaciones Interactiva en ETSAM (2020). En 2021 obtuvo la Residencia de Artista en Espacio Oculto, participó en The Table Project, en 2B SPACE TO BE de MoneoBrock y en ARAGON PARK II.