AMAIA GRACIA AZQUETA

Manto Flotante, es un concepto que hace alusión a esas masas de pliegues presentes en los textiles de la escultura Renacentista y Barroca, del que parto como premisa a la nostalgia por la escultura clásica. Nagori es un término japones que designa la nostalgia de la separación, de lo que nos deja o que dejamos atrás pero anhelamos que vuelva. Nagori literalmente significa la huella de las olas, la espera de la ola que dibuja su contorno en la arena y esperamos a que rompa la siguiente ola para ver como se vuelve a grabar sobre la huella anterior.

Es un concepto que nos habla del tiempo y la temporalidad a través de lo sensible y los afectos. Es un concepto que me sirve para hablar de que aunque seamos mortales obligados a seguir el curso lineal del tiempo que corre en sentido único, en el hacer azaroso del arte es dónde encontramos ese momento que se vuelve acontecimiento y seguimos haciendo, esperando… como esperamos que rompa la próxima ola.

El arte lo hemos utilizado para permanecer en el tiempo, para ser mas allá de la vida y representar lo eterno a través de grandes pinturas, esculturas o monumentos en cualquier época pero especialmente en el Barroco con esa búsqueda manierista del infinito a través de las curvas y los pliegues. Pliegues que se pliegan, despliegan y repliegan en ese juego de olas espumosas que terminan donde acaba la materia-superficie. El tejido de un vestido, el cuerpo humano o los seres vivientes a los que se refiere Deleuze, el cauce de un río, la vegetación… se expanden y se retraen, creando surcos, arrugas, huellas. 

Cuando los procesos de creación seguían una meticulosa metodología de tallado y pulido de mármol. Representando a través de los ropajes, lo divino, en muchos casos aquello que se nos escapa a lo real, como en El rapto de Proserpina de Bernini (detalles en las imágenes superiores).