RAISA ÁLAVA (Irudika, 2018)

Entre las recurrentes plantas y sinuosos animales quiméricos toman lugar las criaturas maliciosas, cabezas que se deshojan como pétalos y papadas con vida propia que conviven en una estructura visual de dibujos extrañamente caótica pero relacionada. De entrada sus piezas son apabullantemente bellas, pero a pesar de lo agradable subyace un aura inquietante y macarra.

A veces, cuando la veo dibujar, me pregunto a ver cómo se lo monta la pimpollo para que le salga tan bien el asunto, porque lo que propone huele a recién desembalado, a pliegos de papel delicados, al gusto cortar material con un hilo de metal. Y encima la corriente de productividad desborda de entre sus manos, cristalizándose en una ejecución caprichosa.

Su propuesta es un lenguaje de renovación al que le sienta bien alejarse de jerarquías y códigos tradicionales de proporción y composición, ensaya con el exceso de elementos y sus imágenes tienen lecturas liberadas pudiendo intuirse ficciones.

La gráfica como ejercicio mental, pensamiento generativo, resolución de un sudoku. Su aproximación al dibujo es un uctuar de percepción, de consciencia que se distribuye sobre el soporte de manera aleatoria con un singular virtuosismo.

Ella funciona como catalizador: absorbe toda la información, un maremágnum de imágenes pasa por su filtro y retiene todo lo que le interesa en la memoria. Después transcribe la información, no de manera mimética sino reinventándola gracias a las imprecisiones y deformaciones ofrecidas por la imaginación. (Lo de maremágnum es trve, deberíais visitar su Pinterest, un fichero visual exquisitamente organizado).

La cosmogonía atrapada por medio de dibujos, grabados y cerámicas me remonta a los relieves románicos, a selvas oníricas, a irme a Chinatown con el infra-ser que es esa señora haciéndote una peineta a comerme unos dumplins mientras revoloteo por la atmósfera de realidad alternativa e hiperconectada que me ofrece su trabajo, sintiéndome a la vez voyeur y parte de de la misma.

Alazne Zubizarreta

Raisa Álava (Zuaza, Álava, 1990) reside en Bilbao. Estudió Bellas Artes en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), especializándose en técnicas gráficas. Después hizo un máster en ilustración y cómic en ELISAVA (Barcelona) donde se inició en la práctica de cerámica continuando su formación en dicha materia con un máster en UPV/EHU.